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Tenía una escalera al cielo, un perro que mordía, una azotea para ver la palmera saludarme y un viento que jugaba con mi pelo, y de vez en cuando palabras que escribía de corrido para que no se escaparán con mis pensamientos, y por eso quise que a veces dejarlas aquí, por si alguién venía a recogerlas.......

martes, 6 de abril de 2010

Del hacer de las tomateras y cosas de mi tierra



Siempre admire a esas tomateras de antaño, solo tenían un cuartito, que era la alcoba de matrimonio, con lo único que se habían casado, su cama matrimonial y su ajuar de sabanas, detrás estaban la cocina de petróleo, cuatro tablones para los platos, cuatro calderos, y algunas solo tenían fregadero, lo demás a balde de agua. Venían de trabajar desde el alba con su marido, y luego llegaban a casa y a limpiar, y así poco a poco hacían más que el cuartito que tenían, criaban a sus hijos junto a ellas, en la caja de tomates, esa era su cuna, su parque, su guardería y su todo, mujeres jóvenes y limpias, porque eran limpias como los chorros del oro, ya apenas hay tomates, pero siguen las mujeres, ahora hay más trabajo en Sur, de camareras de piso, trabajo ingrato y duro donde los haya, que yo intente una vez hacerlo y solo pude aguantar tres días, porque por poco ya ni me levanto al cambiar las sabanas del cuarto que se me hacia interminable por limpiar, no por pesado, sino por rapidez, once habitaciones, catorce y hasta veinte y dos, a mi ya el hígado se me salía por la boca, no sé como ellas aguantan día tras día, y luego llegan a casa y se ponen a limpiar mas y mas, y da gusto verles las casa relucientes como el oro, yo nunca he conseguido eso, como mucho y por maniática, los pisos limpios como una patena, los platos fregados, y la comida echa, del resto, pues cuando está sucio lo limpio, y el polvo como no veo bien, pues puede pasar un tiempecillo hasta que yo vea que se forma una montaña de arena en la tele, porque como es negra, se nota. Sin embargo tengo que reconocer, que muchos libros no hay en esas casas, igual una enciclopedia, todo doblado y ordenado pero ni un segundo para ellas, pero son felices, yo las veo felices, disfrutan trabajando, adorando al marido y criando a sus hijos, planchando y no sé si les da tiempo a dormir, a veces me gustaría ser como ellas, simples y eficaces, sin tanto darle vueltas al trompo como hago yo, comiéndome el coco todo el día, por esto o lo otro, o queriendo irme siempre de mi para ir a países más raros, con más gente, con mas color, o con un color diferente al mío, puede que eso sea genético, que se lleve en la sangre el orden y la limpieza, como yo solo conozco a mis hermanas, la casa llenas de libros, un desorden de papeles, cerveza o vino, y mucho tiempo para nosotras y apenas un poco para limpiar el baño o la cocina, porque es lo único que esta al día, la cama porque solo la hago para cambiar las sabanas, y la plancha creo que hace años que no la uso, lo único que hago y por obligación es cocinar, mi hija no perdona una comida y no cuela un bocadillo, ella quiere comida, comida, de cuchara mejor. Hay cosas en mi isla que me gusta, como son sus mujeres, las de antaño y las de ahora, siempre las he visto trabajar, cuando no había ni agua ni luz, se cagaba en los cercados, se limpiaban el culo con una piedra, pues ni periódicos había, porque la gente de pueblo no leía, con su loza barata en el barreño, su radio para el futbol del marido, y su traje de bodas guardado como oro en paño entre pliegues de sabana y bolitas de naftalina, ahora ya se casan menos, las bodas son caras, pero casi todas tienen su piso, su coche, su independencia, pueden que muchas no tengan libros ni los lean, pero hacen una labor muy grande, dan vida, dan tranquilidad en la casa, y también como no, te dan esa seguridad de que todo irá mejor, solo con hablar con ellas, al decir los buenos días, te hace sentir que estas a salvo y segura entre la redondez de la isla y las cuatro esquinas de mis pensamientos. Amelia

4 comentarios:

Neogeminis Mónica Frau dijo...

La sabiduría de la gente simple es más llana, menos esquiva, sin dobleces. Van de frente, por lo menos los de antes, que ahora (por lo menos por aquí)ya la honradez no es un bien tan valorado.
Hermoso tu escrito, Amelia, me ha hecho sentir algo más de los aires de tu tierra.


un abrazo!

Lydia dijo...

Muy bonito texto.

Un abrazo,

chanclas dijo...

Mely, me ha encantado leer tu texto. Me has enseñado con esa maravillosa manera que tienes de contar las cosas, cercana, real, sin cuento y con su pizca de humor agridulce, la historia de estas tomateras a las que no conocía y a las que admiro como admiro a las personas del campo que han vivido o sobrevivido con las cosas minimas y el esfuerzo máximo.
A mi tambien me gustaría ser, algunas veces, un poco más simple, como a tí, pero me temo que si no lo hemos conseguido antes es que no nos sale.
Te deseo lo mejor.
Un beso

beker dijo...

También aquí por el sur de tenerife la zafra del tomate dejaba imágenes como esas que tu cuentas, de puro sacrificio y energía. Un abrazo